martes, 12 de julio de 2011

Sombras...

Quise entonces escribir por ellos, por los que no se escuchan, ni se leen. Los que están presos de si mismos y de la desidia ajena.

Vuelvo de otro día de trabajo, desciendo del colectivo y siento la alegría de estar acercándome a casa. Pensar en el almuerzo, la próxima siesta, el calor de la estufa y demás comodidades que brinda el hogar me motivan a acelerar el paso.
Como tantas otras veces la llegada me reconforta. 
No puedo sin embargo, y pese al sutil placer del regreso cotidiano, dejar de pensar en ellos. Un pedacito mio se ha quedado allá, en La Colonia, entre los que no pueden volver a casa. Quienes por locos o menos cuerdos, están ocultos, olvidados, porque los han escondido y porque les han decretado el olvido, la oscuridad como porvenir.
Envueltos en una rutina que no brinda mayores posibilidades que las de comer y dormir. Entre muros descoloridos y helados pabellones. Así transcurren sus existencias. Cual espectros deambulan sin tiempo; desaseados, con poco abrigo, invisibles; pidiendo cigarrillos, algo para comer o esperando incansables  la visita de un familiar que nunca llega. 
Tratados a veces de mala gana por alguno que se jacta de cuerdo. Privados de juicio y de alegría. Amnésicos de amor y sombras de una sociedad que esconde sus pelusas bajo la alfombra. 
Víctimas de un sistema perverso, que reproduce enfermedad y luego pretende abolirla con comprimidos.
Me pregunto si tales modos son terapéuticos...bastan segundos para que note el absurdo de mi pregunta, me contesto: ¡tales modos no son ni siquiera humanos!... y lo más alarmante, lo más aterrador, es que son tolerados, sostenidos e ideados por quienes a plena luz se dicen sanos.

lunes, 11 de julio de 2011

Fragmento de un díálogo,una tarde, en un consultorio.

terapeuta: _ ¿...y de chica tenías pesadillas?
ella: _ sí, siempre soñaba con un lobo
terapeuta: _ con un lobo...
ella: _ sí, me daba terror..soñaba que me venía a buscar mientras dormía, yo me levantaba de la cama y corría para que no me alcance. Hasta que por fin despertaba a salvo.
terapeuta: _ ...habría que ver qué habrá sido "el lobo", ¿no?...
ella:_ sí, habría que ver...alrededor de los diez años desapareció de mis pesadillas...

Anoche el Lobo volvió,tras dos días de transcurrido aquel diálogo y después de veinti-largos años.
Ruidos estrepitosos y gritos llegaron desde el afuera. Con ellos y a través de la ventana, reafirmando el caos, el escalofriante aullido, mas bien tres o cuatro aullidos, inconfundibles a su oído. Veces y voces le erizaron la piel...Un sudor helado le empapó la existencia y congeló ese instante.
Había vuelto por ella y esta vez no mientras dormía. Pero no iba a ganarle, ni siquiera ahora. Se ocultó bajo la frazada, cerró los ojos y durmió; esperanzada de que entre sueños ya no la halle jamás.