jueves, 19 de mayo de 2011

El Loco y los Siete Cuerdos

Con cariño,
a quienes inspiraron estas letras desordenadas
y a tanta bella locura transeúnte por el  mundo



Con una camisa por sombrero y pantalones por camisa, contemplaba pensativo el transcurrir de la gente, entre sus manos una libreta amarillenta, con manchas, tal vez de café o alguna otra infusión. De cuando en cuando tomaba nota, con la seriedad de quien debe entregar un pronto informe, levantaba luego la vista y volvía a su actitud contemplativa, casi meditabunda.
Era de noche, y de verano, hora y fecha exacta no hemos logrado precisar, ni posiblemente hubiese podido hacerlo él en aquel instante.
Con una brisa llegaron siete cuerdos, que fueron acercándose a paso ordenado, consonante. Lo rodearon y tras un cordial saludo, iniciaron conversación.

Cuerdo 1 al Loco: _ ¿Qué haces aquí a estas horas? Hemos pasado por tu casa, llamado a tu puerta y tras no hallarte salimos en tu búsqueda.

Loco (alegremente): - Un desvelo no menos habitual que otros, ha seducido a mi ser, ha motivado mis sentidos, y me ha incitado pues a salir, he descubierto lo prometedora de la noche, y no puedo menos que quedarme en ella. Os invito camaradas, a honrarme a mí y a esta magnífica luna con vuestras compañías.

Cuerdo 1: - Tu sí que no eres normal. ¿Cuántas noches llevas despierto? Y ¿Cuántos días has pasado durmiendo?

Loco: - La cuenta la he perdido, para serte sincero, pero amigo disfruto de la noche, en su silencio he descubierto cosas que el ruido de la mañana venía por años ocultándome. Entre grillos y maullidos, escucho voces, de auxilio, de esperanza, de desconsuelo…y busco respuestas.
Mirar el cielo de día, verán, no me resulta atractivo, me encandila el brillo del sol, y tanta luz termina por resaltar lo defectuoso y ensombrecer lo bello de la esencia. En cambio si alzaran la vista al cielo una noche cualquiera e intentaran contar las estrellas tal vez…

Cuerdo 2 (interrumpe): Para, ¡para ya! ¿Estás oyéndote?… ¿ahora resulta que hasta escuchas voces? ¡Oh amigo! Que loco estás…

Cuerdo 3: Definitivamente es anormal, la alucinación es sin duda signo de psicosis… ¡Pobre de él que hasta oye voces!

Cuerdo 4: Ritmo del sueño alterado, delirio…tal vez padezca una depresión mayor.

(Mientras tanto pasan caminando dos personas, el loco fija en ellos la mirada e inmediatamente toma nota)

Cuerdo 5 (inquisitivamente al loco): ¡Detente ! ¿Qué anotas enfermizamente en esa libreta? ¿No estás escuchándonos? Tu estado es preocupante, no lo creí tal, pero al encontrarte aquí y de este modo, no me dejas más remedio que agachar la cabeza y con dolor coincidir con la opinión de la mayoría. ¡Qué necio he sido al desoír las advertencias!

Loco (tras reírse a carcajadas): Presten atención y comprenderán, he logrado ver el alma de la gente ¿saben?, y tal descubrimiento considero pues, no es de todos los días, hete aquí mi concentración.  ¡Miren!, miren a aquel, ¿notan su paso? Apurado, firme, ni corto ni largo…En cambio (señalando hacia otro lado) ¿Ven este otro? Sus pies tocan el suelo con miedo, porque no es delicadeza, es temor, sus pasos son cortos, medidos, sus ojos miran al piso, controlando sin tregua la marcha dubitativa…
Y hay tantas marchas debo decirles como matices de almas, unas cobardes, otras audaces, las hay inseguras, y fanfarronas, tibias y apasionadas… ¡Miren! ¡Miren! (soltando otra risa)

Cuerdo 6: Ha perdido el manejo de sus emociones, ríe como loco, y es víctima además de delirios de grandeza, ha de creerse un casi Dios, ya que dice ver las almas de la gente…es menester que busque ayuda urgente, conozco algunos buenos “personiatras”* que sin duda le recobrarían la razón.

(Todos asienten con las cabezas)

Loco (con el gesto ensombrecido y los ojos medio mojados): ¡Hombres necios! ¿Dueños de cuál de las verdades se han hecho, que vienen a juzgarme, así sin más? ¿Qué poder magnífico les ha concedido el universo para convertirlos en visionarios y guardianes de la normalidad?

Cuerdo 6: Somos dueños del mayor de los poderes, y por grande, casi invencible, poseemos el poder de la mayoría. No puedes tú menos que rendirte ante él o acabarás por quedarte sólo. Si siete hombres te reconocen anormal, debieras percatarte de que la razón está con ellos.

(El llanto del loco se hace manifiesto, zapatea con fuerza contra el piso)

Cuerdo 6 (continua): De la manía eufórica al llanto desaforado…impulsividad manifiesta, agresividad, creo señores que nuestro estimado amigo padece trastorno bipolar de la personalidad y ha de ser del tipo II, ya que hay algo de componente psicótico también, vaya a saber de qué es capaz el pobre…ha perdido todo rasgo de cordura.

Loco (casi a gritos): ¡Oh camaradas! Es decepción y desconsuelo mi llanto…Han caído en lo vulgar de la lógica mundana y cotidiana que domina y subyuga a las mayorías, han perecido ante lo absurdo de la razón, el velo de las formas ha podido más y ha enceguecido lo noble de sus miradas. Sus almas gritan ¿Es qué no las oyen? ¿Es qué no se oyen? El estruendo de la normalidad que predican los ha incluso ensordecido. ¡Oh de mis amigos!   
Se han creído jueces, y como tales buscadores de lo sombrío, y no se han dado cuenta que en su empeño por percibir lo oscuro, están perdiendo el aprecio por la belleza. Júzguenme, yo los perdono, condénenme y los perdonaré también…mas no se condenen ustedes al juzgar.
Llegará el día, en que lo perecedero se extinga, y con ello los prejuicios (y perjuicios), llegará la mañana en que el mundo se libre de la cordura, que cual garra asesina ha arañado por siglos el corazón de hombres y mujeres…entonces reirán todos sin medida y llorarán si hace falta, amarán como quieran, y se desecharán los moldes y etiquetas…la normalidad será un triste recuerdo, una veta oscura que ya nadie osará pisar…

Cuerdo 7 (en tono acorde a su aspecto de intelectual y medido): Es tiempo de retirarnos caballeros, nuestra preciada cordura peligra ante su cercanía, acabará por enloquecernos, dejémoslo con su terquedad. Intentamos auxiliarlo, mas no nos ha hecho caso. No podemos seguir exponiéndonos al riesgo de conducir a la ruina nuestras existencias a causa de este hombre. Nos hace mal. Es pertinente hacerse a un lado de lo dañino, buscar la estabilidad y ante todo priorizar la cuerda sensatez. Ya reflexionará y acudirá a un “personiatra” y sino que Dios lo guarde.

(Dando media vuelta, le da la espalda al loco)

Los seis restante imitan el movimiento y se alejan, a paso lento y mirando el suelo. Entre lágrimas el loco observa sus marchas y toma nota…

                                                                                                                                                                                              A.
(Que cual “el loco” no puede fechar el escrito porque desconoce la fecha de hoy, era febrero si, de mañana y en alguna gran ciudad)


* “personiatra”: dícese del sujeto de sexo masculino o femenino, que por aquellas épocas y tras varios años de estudios, poseía el mayor poder y credibilidad para definir normalidad y anormalidad, siendo capaz incluso según cuentan de volver cuerdos a los locos.